Por Marcela Sinturión

lunes, 15 de enero de 2018

No seas como Salieri




F.Murray Abraham en el personaje de Salieri

Antonio Salieri, un admirador de Mozart, conocido en la historia como el símbolo a la envidia, tiene su propio film. Sin embargo, la película lleva el nombre de su rival: Amadeus.

Esta producción fue nominada a once categorías del Oscar en 1984, de los cuales ganó ocho. Sin duda, una verdadera joyita para los cinéfilos.
Si bien es un texto adaptado del teatro, Milos Forman y Peter Shaffer, supieron imprimirle esa cuota de dramatismo y ficción necesaria para el éxito del film.

¿De qué se trata? La historia está narrada por el propio Salieri, luego de su intento de suicidio, como confesión a un cura. A lo largo de la película se nos cuenta como nace esa enemistad entre dos excelentes músicos.
Aunque históricamente parece no estar comprobada esta rivalidad, lo cierto es que en el relato está bien arraigado como tal y lo supieron llevar majestuosamente a la pantalla grande. (Me gustó la peli, se dieron cuenta no?)
Peter Shaffer, el guionista, tomó lo que se llama el "conflicto cósmico" y lo desarrolló con la vida de Salieri. Y aquí va el punto de mi post: el personaje mantiene una lucha contra el mismo Dios, convirtiéndose en su antagonista.

El cura en su charla con el músico utiliza una frase que enfurece a Salieri: "Todos los hombres son iguales ante los ojos de Dios", a la cual nuestro protagonista responde: "¿Realmente lo son?". Esta afirmación desata en Salieri la necesidad de contar sus gloriosos años en la corte de Austria y el pacto que hizo con Dios: le entregaría su castidad y sus mayores anhelos con tal de conseguir lo único que le importaba: un gran talento musical. 
El detonante de su rencor es cuando Wolfang aparece en la corte y deslumbra a todos con sus piezas.
Tener a Dios como antagonista es más que complicado, ya que es una batalla que se sabe perdida. Pero el personaje decide atacar a lo divino destruyendo a su creación, en este caso, a Amadeus Mozart.


Esta actitud de Salieri, seguramente juzgada por quienes sepan esta historia, no es escapa de los corazones de cada uno de nosotros. Hacé este pequeño test:

  • Te molestás con el éxito de otros?
  • Te angustia no llegar a tus metas cuando miras al otro que sí las logró?
  • Le pediste algo a Dios y crees que se lo dió a otro?
  • Te sientes irritable, molesto todo el tiempo?
  • Descalificás todo el tiempo el trabajo de otro?
  • Siempre crees que vos podrías hacerlo mejor?
  • Te la pasás criticando los "errores" pero no haces nada por mejorar la situación?


Si la mayoría de esas preguntas tuvieron un "si" como respuesta, lamento decirte que estás pasando por la etapa "Salieri" y esa actitud te lleva a luchar contra Dios. Te coloca de la vereda de enfrente, a juzgar, a criticar, a creer que tenés mejores soluciones aunque nunca las propongas. Sin darte cuenta, te convertiste en un esclavo de la envidia, el odio y el rencor. Salieri pensó que matando a Mozart se acabarían sus problemas, sin embargo, sólo lo llevó casi a su propia muerte.

Si ya identificaste que estás en esta etapa de envidia y celos, pues tengo buenos noticias! Podés convertir esa fuerza crítica en fuerza laboral y apuntar a los planes de Dios para vos, en vez de enfocarte en el éxito del otro. 

 "Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar. Cuando ustedes me pidan algo en oración, yo los escucharé. Cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo corazón.Estaré con ustedes y pondré fin a su condición de esclavos". Jeremías 29:11-14