Por Marcela Sinturión

viernes, 24 de mayo de 2019

HERMOSO NIÑO SALVADO DE LA MUERTE





Vi esta foto, leí las noticias y nacieron estas líneas. Ojalá algún día las lea.

Hermoso niño de dos años
Salvado de la muerte y del egoísmo
Hoy disfrutas de ser amado
Porque también fuiste elegido.
Una familia fue feliz
Al tenerte entre sus brazos
Y te quitaron el dolor, de ese gran rechazo.
Sin embargo, en una corte aún sigue en primer plano
la injusticia, el rencor y argumentos infundados
¿Qué culpa tenes hermoso niño
de cómo fuiste gestado?
Eras una vida escondida y hoy te estás desarrollando
Disfruta hermoso niño
De lo que te quisieron negar.
Una madre, un papá, el calor familiar.

Quién te salvó está en problemas,
Quién te gestó está enferma
Y la sociedad que te quiso matar
no les da tregua.
Te pido perdón, hermoso niño
Por esta humanidad tan perdida
Por esas mujeres que no te tuvieron en cuenta
Y se ensañaron con tu vida.
Crecé sano, crecé fuerte
Los dolores del alma te fortalecen.
No te preocupes, hermoso niño
Crecerás feliz a pesar de los problemas
Porque un gran propósito hay con tu vida
Y nos alegraremos cuando suceda.

Descansa, hermoso niño,
Descansa y sueña
En los brazos de esa familia

que te quitará las penas.








domingo, 21 de abril de 2019

NO JUZGUES, INTENTA COMPRENDER


No juzgues, intenta comprender


Mientras esperaba en una sala, una madre trataba de contener a su hija de 3 o 4 años que lloraba tirada en el piso. En un momento, la niña la muerde y ella reacciona pegándole en el brazo.

Los ojos de los que compartíamos la sala se posaron sobre esa avergonzada madre.
Unos cuatro o cinco adultos estábamos todo el tiempo mirando a la nena hasta que la madre le da el chirlo. Automáticamente, las miradas se posaron en la mujer. Pensé lo mismo que todos: ¡Le pegó! ¿Cómo pudo hacer eso?! 




Pero, en cuanto miré a esa adulta, vi sus ojos llenos de lágrimas. Sentí su dolor, su impotencia, su arrepentimiento por la reacción. Sentí el amor que le tenía a su hija, pero también la gran necesidad que ella tenía de contención. Ella también se desborda, también llora, también patalea en su interior, solo que nadie parece entenderla, solo juzgarla.
Quizá en su embarazo nunca pensó que pasaría por eso, pero lo enfrenta, busca lo mejor para la recuperación de su hija, ha abandonado estudios, trabajo, quizá al resto de la familia para ayudarla. Pero a veces siente que se queda sin fuerzas.

Finalmente, la terapeuta logra controlar a la nena y la lleva al consultorio, mientras la madre esconde sus lágrimas, sola, una vez más.

(Basado en una historia real de una sala de espera)