Por Marcela Sinturión

lunes, 11 de septiembre de 2017

AMOR HISTÓRICO




¡Proteja Dios tus armas, honrado general Paz! ¡Si salvas la República, nunca hubo gloria como la tuya! ¡Si sucumbes ninguna maldición te seguirá a la tumba! ¡Los pueblos se unirán a tu causa o deplorarán más tarde su ceguedad o su envilecimiento! (D.F.Sarmiento) 


Vuelve a releer el final. Piensa en su autor mientras cierra el libro y camina hacia la ventana de reja española. Observa melancólicamente las calles empedradas y los balcones cubiertos de malvones rojos que le hacen recordar su primer día en esta tierra. A sus espaldas, sobre la cama de manta floreada, una maleta a medio hacer. 



Linda es una de las setenta y cinco maestras que fueron traídas de EEUU para desarrollar un programa educativo. Ella había sido elegida para preparar a las futuras docentes de la reciente nación. Sus recuerdos vuelan hasta el momento en que este hombre la entrevista para convocarla al viaje. En esa primer charla, Linda vio en sus ojos un deslumbramiento por la educación americana, a ella no le parecía tan fantástica pero él lucía como si hubiera descubierto un tesoro bajo del mar. Ella le sugirió prepararle un instructivo para que él pudiera entrenar a las nuevas educadoras pero, éste cuarentón era sin lugar a dudas un emprendedor, un insistidor, un perseverante en sus decisiones. Él estaba convencido que lo mejor era llevar este grupo a su tierra y que pudieran transformar la ignorancia en saber. Linda no pudo resistirse ante la mirada de este adulto con ojos de niño. En el largo viaje pudo conocerlo mejor. Charlaron de sus familias, sus ideales, sus enemigos y sobre todo de su gran sueño. Mientras hablaban, ella dibujaba en su mente esta nueva patria a la que tendría el privilegio de visitar. 
“Sé que el presente lo tenemos los adultos pero el futuro está en los chicos”, le decía cada vez que hablaban del tema. Linda estaba impactada con este luchador, quizá porque en su tierra ya no abundaban los revolucionarios amateurs, sino que estaban convirtiéndose poco a poco en políticos desapasionados. Pero como si fuera poco, este hombre tenía la virtud de pensar no sólo en el futuro sino también en el presente y estaba dispuesto a todo para transformar su generación. Ella pensó: “Este hombre va a llegar alto, bien alto, quizá a dirigir este nuevo país”. 



¿Qué estaba pasando? Todo el tiempo este hombre estaba en su mente, soñando, imaginándose a su lado. Linda estaba enamorándose. Le encantaba escuchar sus anécdotas, leer sus libros, su corazón latía más fuerte cuando él le hablaba. Sí, algo estaba pasando. A veces, mientras asistía a alguna tertulia se imaginaba de su brazo, con un largo vestido español, uno de esos que se usaban en las fiestas de la alta sociedad, con un corcet que marcara su figura, un miriñaque amplio que la hiciera sentir importante y un arreglo en el cabello con esas peinetas altas que sostienen el delicado velo que caía sobre los hombros. Adoraba esos vestidos pero todo era una ilusión porque este incansable trabajador no parecía interesarse en ese tipo de celebraciones. Bueno, en realidad, tampoco parecía interesarse en ella, lo único que parecía quitarle el sueño era la realidad de su patria y estaba convencida de que nada ni nadie lo distraería de su objetivo. 




¿Cuánto tiempo habrá pasado? Dos años, cinco, diez... Realmente no importaba, ya había llegado la hora de irse, su maleta debía ser preparada y dentro de ella guardaría todos estos sueños vividos en la tierra de los Buenos Aires. Esa ilusión, que día a día, abrigaba la esperanza de ser un amor correspondido. Su misión había terminado; su corazón recién empezaba a aceptar la realidad: ya no habría malvones rojos en las ventanas, ni paseos por las calles empedradas, ni juegos con niños de tez morena ¿Cómo sería su vida de ahora en más? Quien lo puede saber... Golpean a la puerta y se da cuenta que el cochero vino a buscarla. Cierra su valija y mira cada elemento de la habitación como despidiéndose. Mientras su visión se nubla a causa de las lágrimas, deja casi como en un olvido voluntario, un papel abollado con una nota y la firma de sus sueños: Dios proteja esta nación. Lynda de Sarmiento. 

lunes, 4 de septiembre de 2017

7 EXPERIENCIAS QUE ME HACEN CREER QUE NO EXISTE LA LIBERTAD DE RELIGIÓN NI DE PENSAMIENTO POLÍTICO



A veces me pregunto ¿Cuál sería la definición de “libertad” cuando se habla de religión o política?  ¿Hasta donde llega la posible aplicación del término?
Soy cristiana evangélica y más de una vez vi como mis derechos no eran iguales a los de otra religión. Algunos de esas situaciones las viví con los colegios donde cursaron y cursan mis hijos.
1. Sala de 3 y 4 años. Aniversario del Parque Chacabuco. Mi hijo mayor asistía a educación inicial en un colegio público de Parque Chacabuco. Dicho parque festejaba su aniversario y el colegio participaría en los distintos actos. Me presenté como miembro de una iglesia evangélica del barrio y ofrecí una obra de teatro o bandas musicales. Luego de varios contactos, uno de los grupos organizadores era un colegio católico católico de la zona, así que nunca obtuve el permiso para integrar a mi iglesia a los festejos del mismo parque que compartimos.

2   Luego durante la enseñanza primaria envié a mis hijos a un colegio privado subvencionado por el Estado. Me llegaban por cuaderno de comunicación y también se ponía un cartel en la puerta para aquellos que querían tomar la comunión pasando data día, horario y lugar donde hacer el curso previo. Me presenté, pidiendo la oportunidad para repartir de la misma forma una invitación a un evento de jóvenes. No me lo concedieron por ser un colegio “laico”, sin embargo, es su puerta estaba el anuncio de la catequesis.
3.   3. Años más tarde tuvimos un festejo con la congregación, como institución en la cancha de Ferro. Solicité los permisos necesarios para poder tener la posibilidad de culminar el evento con fuegos artificiales. Nos lo concedieron pero solo por fuera del estadio. Esa misma noche, un club de fútbol hacía un evento y sus fuegos artificiales fueron disparados desde adentro de la cancha sin tener problema alguno. Hice una nota para diarios preguntando porque para algunos si y para otros no. Nunca obtuve una respuesta.

4.    4. La fiesta del Inti Raimi. Todos los años, mis hijos tienen que dar explicaciones de por que no participan de esta fiesta. Disfrazado de “tradición” no es otra cosa que un culto al dios sol de los Incas, con cantos y ofrendas en fogón, todos condimentos de un ritual religioso. Aunque lo hacen en el Parque Chacabuco, se organiza desde los colegios y escuelas de arte. Cabe aclarar que generalmente es un día de semana, en pleno período de clases.

POLÍTICA EN EL COLEGIO
5.   5.  La experiencia en la escuela secundaria de uno de mis hijos no es mucho mejor. Fue elegido como delegado de su clase y comenzó a recibir presiones para incentivar a ir a los alumnos a las marchas docentes. Nunca me pidieron un permiso (tenía solo 13 años) para tal actividad. Tuvo que renunciar. A todo ésto no se dictaban las materias sino se hacía de la clase un lugar de discusión política y presentando a quienes eran, según ellos “los buenos y los malos”. Tuve que cambiarlo de colegio porque no me daba seguridad cada vez que él expresaba una opinión diferente. En mayo solo había tenido dos pruebas y esas notas ni siquiera habían llegado a la dirección, por lo que pasó a otro colegio a un mes de cerrar trimestre sin ninguna nota. El tuvo que esforzarse de tal manera de rendir en un mes todo un cuatrimestre porque sus profesores decidieron no dar su materia.
6.   6.  Otro de mis hijos en un instituto de arte nivel primario les contaron algunas noticias y les hicieron expresar en dibujos como “el policía malo” le pegaba al “docente bueno”, poniendo en la conciencia del niño la adjetivación a toda una institución por el mal desempeño de un par de personas.

7.   7. Ni hablar del reciente tema de Santiago Maldonado. Me duele el corazón ver como se insultan, se menosprecian y se pelean por ponerse en una u otra posición. Soy una analfabeta política, lo sé, pero tengo otros recursos y en este momento el más valioso es la oración y mi empatía con esa familia, por la angustia que deben estar pasando, que les debe importar un pito a quien beneficia o no el caso de su hijo, solo deben querer encontrarlo, abrazarlo y terminar con esa agonía de la espera. Disculpen que no me enrede en discusiones políticas al respecto, prefiero concentrar mis fuerzas pidiendo fortaleza para esa familia. No me juzguen.

Resumiendo. Si la educación es laica en cuanto a religión entonces pido que no se ponga como padrino a una escuela un santo católico y obliguen a mis hijos a hacer una actividad con una estampita del mismo, pido que se me de la misma oportunidad de mostrar mi credo mediante alguna participación sin darme evasivas bajo el título de “laico”.
Quiero que sea laico de ideas políticas también. Una cosa es enseñar historia contemporánea y otra es que el maestro o profesor quiera inculcar sus ideas políticas. Ellos tienen influencia sobre los alumnos, quizá no se dan cuenta o quizá lo aprovechan, no lo sé, pero yo como madre pido que al colegio se vaya a aprender, que den las clases como corresponde, que cumplan con el plan de contenido y que si quieren exponer sus ideas lo hagan un sábado o fuera de horario de clase y que vayan los alumnos interesados, que nunca se use el aula para esgrimir una idea única.
Y lo que sí podrían hacer, es enseñarles como es el voto, a que se llama un cuarto oscuro y hacer un simulacro del mismo. Sin embargo, ni en sexto ni en primer año ni quinto, decidieron tomar una clase para explicar este derecho.
Al menos, esta es mi experiencia.


jueves, 1 de junio de 2017

SE MURIÓ... Y AHORA QUE?

Todavía recuerdo esa fría mañana como si fuera hoy.  Golpes de puertas, llantos, gritos ahogados. Todo parecía un sueño.
Mientras me incorporaba en la cama, miré el rosario colgado en la cabecera. ¿Qué está pasando? No sé.  Me levanto y corro a la habitación de mis padres. cuando me asomo por la puerta mi madre con los ojos llenos de lágrimas me pide que vuelva a mi cama. Detrás de ella, el cuadro no era nada alentador. Confirmado, algo pasa.
No se porque obedecí sin regañar. Volví a mi cama pero sin lograr dormir, solo me puse de rodillas frente al rosario y recé.
Luego de unos minutos, mi madre vino a mi habitación y abrazándome dijo: Papá murió.

En la puerta de casa hace muuuuuchoooooo

¿Qué? ¿Cómo? No podía creer lo que estaba escuchando. Todas esas imágenes de la mañana, volvían a mi mente una y otra vez, dándome cuenta que ése era el momento en que mi padre me abandonaba. Algo se rompió dentro de mí, ya no habría carreras hasta la parada del colectivo, ni elección de postre para el domingo, ni andadas en bici por la vereda, ni mucho menos  brazos fuertes que me sostendrían en protección.
Si, ese era el momento más triste de mi vida y ya no tenía más a quien siempre me había consolado. Sentí algo que nunca había experimentado: vacío, soledad, desprotección. Mis 12 años no lograban comprender como sería mi vida sin él. ¿Qué hacer? ¿Cómo seguir?
Sin embargo, no lloré. Solo callé y pensé que iba a ser para siempre.
Con mi amiga María Paula Asaro en su comunión

Mi madre me lleva a la casa de una amiga del colegio para que su madre me contuviera mientras ella realizaba trámites. Las miradas de compasión y la tristeza en los ojos que me miraban mi hizo dar cuenta que no era un mal sueño.  Era muy temprano y la mamá de mi amiga me hizo acostar en su cama, hacía frío pero una bolsa con agua caliente entibiaba mis pies. El tema es que yo sentía un frío interno,  no pude pegar un ojo, miraba el techo y una y otra vez aparecían como película de terror las imágenes de esa madrugada.
No se cuanto tiempo pasó pero me vinieron a buscar para llevarme al “velatorio”. ¿De quién? ¿Por qué? No quería ir, pero obviamente, había que seguir las reglas sociales, la hija no podía faltar al ultimo adiós. De repente me encontré allí, frente a un ataúd y dentro: un hombre. Se parecía a mi papá, pero para mí no lo era. Salgo de la sala a un cuarto contiguo, allí mi madre llorando rodeada de familiares y amigos. En ese momento mientras mi cerebro trata de procesar la imagen, llegan mis compañeras del colegio con la maestra, me abrazan, se juntan alrededor del féretro y rezan por mi padre. Yo estaba muy enojada con Dios como para participar, pero una vez seguí el protocolo, cerré mis ojos y fingí. Tenía ganas de gritar: Ey! Estoy aquí, yo me quedo  acá sin él, deberían rezar por mi! Sin embargo, todavía no había logrado llorar.
En el cole, recibiendo medalla mejor alumna... si, era nerd y que?

En eso, mientras peleaba internamente con Dios, a quien creía culpable de mi desgracia, una lágrima comenzó a correr por mi rostro. Alguien se acerca y me dice: "NO llores, ahora tenés que darle fuerzas a tu madre". Yo lo miré y una vez más por dentro gritaba: ¿Y a mi? ¿quien me va a dar la fuerza para seguir adelante? Tengo solo doce años y no comprendo nada de lo que está pasando! Guardé mis lágrimas y mi dolor una vez más y asumí la posición que me demandaban. En ese momento decidí que la vida no tenía sentido y que haría lo posible por irme pronto de ella.
A veces, no es necesario suicidarse para morir, simplemente uno decide dejar de vivir, no buscarle sentido ni propósito a lo diario y abandonarse interiormente.
Así que decidí que lo mejor iba a ser enojarme, si enojarme con mi padre por abandonarme, con mi madre por no impedirlo, con los familiares y amigos por exigirme fortaleza, con Dios por haberme quitado lo que más quería.
Sin darme cuenta, no estaba muerta, pero me sentía así. Interiormente la angustia y el enojo solo erosionaban mi posible felicidad. No podía ver perspectiva con mi vida. En mi pensamiento se instaló: Todo lo que quiero lo pierdo. Y así traté de continuar mi camino de odios y rencores hasta los 17 años.  Donde cada día que pasaba era terminar en un llanto ahogado en la almohada y levantarme con ganas de morir.
Extrañaba ese abrazo de padre, esos chistes de mesa, esas charlas de tarde y tantas otras cosas que nunca más se darían.
Los fines de semana eran los días más horribles, la pasaba sola en mi casa esperando que pronto terminara. Mi madre había encontrado la forma de seguir adelante. Salía los viernes a la noche y muchas veces no volvía a verla hasta el domingo a la mañana. Yo pasaba en la cama todo el día y sin darme cuenta pronto caí en una profunda depresión. Durante cinco interminables años, asumí una posición de adulta que no me hacía feliz.
Un día, una tía me invita a su casa. Era sábado por la tarde, estaba sola y no tenía otra cosa que hacer. Fui. Cuando entré un grupo de jóvenes de mi edad jugaban, se reían, se los notaba felices. Sinceramente, me intimidaban. ¿Se podría ser feliz o eran caretas del momento? Tenía que averiguarlo. Me quedé y aunque me sentía sapo de otro pozo, poco a poco me fui acostumbrando a las risas, al juego, a los cantos, a la vida… Si, me di cuenta que podía ser como ellos. En un momento, cada uno contó como llegó a ese grupo y sin duda, ellos también tenían razones para enojarse con la vida. No entendía, deberían estar amargados y encerrados en sus casas como yo lo hacía.
Uno de ellos comenzó a hablar de Dios. Dijo que antes vivía en una gran angustia, enojado con todo el mundo por las dificultades de su vida pero que había encontrado en Dios, un propósito por el cual vivir, un propósito que lo hacía amar la vida cada mañana al levantarse.
A esta altura no me cabía duda de que yo necesitaba “eso” y luego hablando con él me dijo: “Eso” se llama Dios.
¿Podría a esta altura entender semejante mensaje? ¿Podría abandonar toda esa cadena de angustia y enojos que me habían encerrado en mi propia burbuja? ¿Podría dejar de llorar por los rincones y desear morir? Tenía que averiguarlo.
Por eso, comencé a asistir a todas esas reuniones. Necesitaba encontrar lo que ellos tenían. Tenía que encontrarme con Dios. Poco a poco me integré a grupos donde aprendí de la Biblia, grupos que iban a ayudar a los más necesitados, grupos que se disfrazaban de payasos para divertir a los niños, viajes de ayuda social, retiros espirituales y un montón de reuniones más.
En realidad, no me di cuenta cual fue el punto bisagra en que toda mi angustia cambió, lo único que recuerdo es que un día me desperté y me di cuenta que me sentía feliz.
Me levantaba por las mañanas cantando, hacia las tareas de la casa, estudiaba, iba al club y aunque todo seguía siendo igual, yo estaba diferente. Un deseo de vivir enorme se había instalado en mi corazón. Ya no sentía ese vacío de afecto, ni esa angustia por la desprotección. Sin darme cuenta, me había reconciliado con Dios. Entendí que El siempre estuvo ahí para mi, pero era yo quien no quería hablarle, ni mirarlo, ni siquiera nombrarlo.  Estaba enojada y lo culpaba de mi tristeza sin darme cuenta que siempre estuvo a mi lado cuidándome. Estuvo en las cálidas manos de la madre de mi amiga que me cobijo en mi peor momento, estuvo en ese grupo de la escuela que fueron a contenerme, estuvo en el hombro de esas pequeñas amigas que contuvieron mi dolor, aún  en aquellas personas que me pedían fuerzas cuando no tenía ninguna porque eso me hizo más fuerte. El estuvo, pero era yo quien no podía verlo.
Pero el Señor con su infinita paciencia me esperó. Poco a poco fue trabajando en mi corazón, limpiando mis rencores, secando mis lágrimas y  un día mis ojos se abrieron. Aprendí que mi relación con él no dependía de un objeto como el rosario, ni de un rezo repetido de memoria, sino que era una charla de corazón a corazón con alguien que me comprende y ama, que sufrió mi dolor, que supo lo que era esa sensación de sentirse abandonado y que aún podía escuchar mis quejas y mis enojos, pero nunca me daría la espalda. Una mañana reconocí mi perdida sonrisa en el espejo y me di cuenta que alguien había cambiado mi tristeza en alegría y ese alguien fue Jesús. Te aseguro que Si necesitás ayuda, necesitás a Dios. No dudes en experimentar su amistad y recuperar tu sonrisa.




jueves, 11 de mayo de 2017

De burgueses y obreros, malos y buenos



Estudiando con Máximo la revolución industrial en una respuesta queda el concepto de "Burgués malo", "obrero bueno". Esto me hizo pensar que a veces la sociedad quiere hacerte creer que la esencia de una persona se da por su posición social cuando en realidad tiene que ver con sus principios y valores que aplica en su vida. Puede haber un "burgués" que sea justo y equitativo con sus empleados y puede haber un "obrero" que sea corrupto y robe a sus jefes. Entonces, tu posición social no te define, te definen tus creencias. (Reflexión para la vida que no sirve para el exámen, que pena)

Ampliaremos....

jueves, 16 de marzo de 2017

Mujer Virtuosa Siglo XXI

(Paráfrasis actual del proverbio de la Mujer Virtuosa. Proverbios 31:10-31)




10. ¡Qué difícil es hallar una esposa extra ordinaria! (o sea que haga “extras”). Encontrarla es como ganarse un carrito lleno de supermercado para toda la vida.

11. Quien se casa con ella puede darle para adiministrar los ingresos del hogar. Sabe invertir.

12. A ella todo le sale bien; nunca nada le sale mal (ponele)

13. Busca las mejores ofertas en distintos supermercados, se adhiere a todas las tarjetas de descuentos DIA, Jumbo +, Carrefour, Grido, etc.para obtener los mayores beneficios.

14. Si no tiene tiempo, compra por internet y hace traer pedido de lejos.

El glamour es marketing


15. Se levanta muy temprano, organiza la casa, limpia, ordena, revisa mochilas escolares, firma notas en cuadernos, trabaja desde su casa, hace un excel con el menú de la semana, deja por escrito las tareas de la casa que le corresponde a cada hijo, guarda el orden y la limpieza, contesta los mensajes de los infinitos grupos de whatsapp a las que está agregada.

16. Vende productos por catálogo Avon , Violetta, Tupperware, y cuanto negocio se le presente. Busca en su casa artículos que ya no usa para vender, averigua el precio por internet y calcula uno razonable. Saca fotos, etiqueta y los sube a todas las plataformas de venta posible: OLX, MercadoLibre, Letgo, grupos cerrados de facebook, publica en sus perfiles sociales. Mientras, riega las plantas, da de comer a las mascotas, limpia sus cochinadas, toma un mate, despide a los niños para ir a la escuela, calienta el almuerzo, se baña, se arregla y sale para oficina.

17. Sigue trabajando de sol a sol.


La sonrisa es Marketing
18. Se asegura de cumplir bien con su trabajo, mientras sigue contestando mensajes de diversos grupos y escucha los interminables audios de sus compañeros de distintos lados. Por la noche no se apaga la luz en su casa, pues revisa sus publicaciones, hace trabajos freelances, si tiene tiempo escribe para su blog o sus redes.

19 – 20 . Compra ropa en Avellaneda, Once, ferias americanas o en tiendas de liquidación. Busca la forma de reunir dinero y llegar a fin de mes, darse algunos gustos y pagar actividades extra escolares, viajes solidarios y otros fines. Dona la ropa en condiciones, envía productos para la ofrenda del kilo. Le enseña a sus hijos a no dar dinero a los indigentes sino comprarle comida.

21. No le preocupa que haga frío porque tiene aire acondicionado, comprado en cuotas y lo hizo revisar antes de la temporada para que no salga tan caro luego.

22. Si no sabe coser, siempre encuentra a alguien que lo haga, incluso los hijos. Recicla colchas y sábanas, vuelve a Avellaneda u Once o compra por Groupon, cupónica o Avenida lo que necesita. Si es urgente aprovecha los porcentajes de descuento en super con las tarjetas.

23. Tiene un marido que la ayuda con las tareas de la casa además de trabajar fuera de ella y toma la autoridad con los hijos cuando regresa del trabajo, para que ella pueda seguir en sus negocios.

24. Es una mujer emprendedora. Vende su ropa, sus accesorios, todo lo que no se usa. Realiza manualidades, escritos, servicios y los vende por plataformas on line. Siempre está pensando como conseguir dinero y lo consigue. No sólo piensa, también hace.




25. Es mujer de carácter (del bueno, claro) No se deja robar ni por comerciantes, ni obra social ni por ninguna organización. Hace valer sus derechos y lucha por conseguirlos.

26. Siempre habla con sabiduría y enseña a los hijos con amor (aunque a veces grite, sigue siendo con amor). Frases como “Lo que se hace mal y sin ganas, se hace dos veces”, “Si no te gusta la comida, morirás de hambre”, “Levantá las cosas del piso o te las barro”.

27. Siempre está pendiente de su casa, revisa los contactos de sus hijos, lee el muro de redes de ellos (de vez en cuando y si no la bloquean). Vuelve a revisar cuadernos de comunicaciones,firma notas, revisa tarea, ofrece ayuda para realizarla mientras pone ropa para lavar y contesta algún mensaje laboral. Cuando se sienta a comer o hace algún viajecito, es porque se lo ha ganado (¿o no?).

28. Sus hijos la admiran (aunque no se lo digan) Su esposo la alaba y la ayuda.

29, Mujeres esforzadas hay muchas pero vos sos la mejor para tu familia (sos la única que los aguanta).

30. La hermosura es engañosa (no te preocupes si estás gordita porque tenes que comer arroz y fideos las últimas semanas del mes), la belleza es interior (los hombres no piensan lo mismo pero bueh…). Solo merece alabanzas la mujer que obedece a Dios (esta frase no amerita una paráfrasis, sigue siendo actual)



31. Que todo el mundo reconozca los frutos de tu esfuerzo:
Jefes: Páguenles bien.
Familia: Cuiden el orden y la limpieza.
Maridos: Recuerden cumpleaños y aniversarios (utilicen el google calendar si quieren)
Hijos: Recuerden cumpleaños, día de la madre y ocasiones para saludar y regalarle lo que le gusta (electrodomésticos abstenerse)
Aliéntenla con mensajes por whatsapp no solo para pedir lo que necesitan.
No la borren de su lista de amigos de redes ni las bloqueen (fea la actitud)
Siganla en twitter, instagram, face y Tik Tok si se animan (verán las mejores fotos de ustedes en sus perfiles)
¡Que todo el mundo reconozca los frutos de sus esfuerzos! ¡Qué todos la tengan en cuenta por sus acciones!



martes, 7 de marzo de 2017

Zombies literarios


Miles de pensamientos se agolpan en mi mente. Siento que en una mañana inspirada podría escribir una novela de corrido. Sin embargo, al abrir el cuaderno (si, sigo escribiendo en cuadernos) y descapuchar la lapicera, el trazo no sabe por dónde comenzar. Una inmovilidad preocupante y una hoja esperando ser escrita.

Zombies literarios
Un punto es todo lo que puedo esbozar. Miles de distracciones pasan alrededor: la perra rompiendo las plantas, el gato vigilando la perra, las cotorras que se posan en los cables eléctricos, el orden, la limpieza, las responsabilidades laborales. Trato de borrar de mi mente esas imágenes para que las palabras comiencen a fluir, busco una posición inspiradora al mejor estilo de Rodin. Leo buscando inspiración, desarrollo, clímax. Nada parece inmutar mi dormida creatividad. Riego las plantas, baldeo la terraza, temo que los niños se despierten porque ahí acabaría mi momento de quietud.



Recuerdo que alguien dijo que alejándose del texto a veces se consigue algo, pero la realidad es que todavía no hay ni una palabra. Abandono la hoja por unos minutos, vuelo a ella con intención de escribir y …. nada. No encuentro estímulo para hacerlo.
Siento mi cerebro entumecido, me duele la cabeza, el cuello, cada parte de mi cuerpo; no logro conectarme con ese artista interior del que habla Julia Cameron. Sin duda, algo le pasó a esa niña interna, debo encontrar la razón. Mis ojos me pesan pero recién me levanto. Sueño no puede ser ¿cansancio? tal vez.


De repente el pánico se apodera de mí. Me encuentro absolutamente vacía de textos, miles de personajes caminan por mi mente. Buscan sus rostros, sus identidades, parecen zombies literarios buscando una vida para contar pero sin hallan al escritor que les de aliento.
Busco ansiosa algún plot point que ponga el funcionamiento la trama, o algún conflicto, o un disparador, o un diálogo o quizá un clímax que amerite un planteamiento pero solo encuentro una hoja en blanco.

La desesperación corre por todo mi cuerpo. ¿Será que perdí la inspiración interior? ¿Será que nunca más podré relatar un cuento? ¿Será un complot entre esta hoja y mi mente? ¿Cómo será la vida sin poder escribir? No quiero ni imaginarlo. Está todo acabado.
cierro mis ojos un momento y al abrirlos, los trazos estaban ahí, en ese mismo papel expresando mis sentimientos. Ya no estaba en blanco. Sin darme cuenta, allí vivían, mis personajes, mi conflicto, mis puntos de giro. Los identifico, los ordeno, les doy forma.

El disparador fue la misma hoja que causó mi temor, ese blanco inmaculado y una lapiz inmóvil. El primer punto de giro fue  justamente el punto negro en la hoja, ese contacto entre los tres personajes (el papel, la lapicera y yo) que nos unió indefectiblemente. El resto fue el planteamiento, el desarrollo de ese conflicto interno de creer que no podría escribir. La hoja ya no está en blanco y si llegaste a estas últimas líneas, te darás cuenta que éste es el final feliz. Y así obtengo mi “colorín, colorado, este relato se ha terminado”.